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Cómo conservar la trufa negra sin que pierda sus propiedades

Entre los ingredientes de mayor calidad que más éxito están cosechando en el terreno de la gastronomía gourmet y de la alta cocina, no cabe ninguna duda de que se encuentra la trufa negra (Tuber melanosporum Vitt), ya que es un hongo que cuenta con un sabor y un aroma exquisitos y que es capaz de elevar el sabor y el aroma de los platos de una forma espectacular.

Este hongo cotiza a un precio bastante elevado en el mercado debido a que es bastante escaso, ya que pocos lugares en el mundo reúnen las condiciones específicas para favorecer su desarrollo desde los meses de mediados del otoño hasta comienzos de la primavera, que, en nuestro país se encuentran en torno al municipio de Sarrión, conocido como “la capital de la trufa negra”, ubicado en la comarca de Gúdar-Javalambre, en la provincia de Teruel. 

Asimismo, su precio también es bastante elevado porque su recolección es difícil y laboriosa, ya que requiere de la intervención de determinadas razas de perros adiestrados para detectar y encontrar trufas con el olor cuando estas han madurado. Ahora bien, tal y como vamos a explicarte a continuación, la trufa negra tiene una temporada de maduración muy concreta, lo que también repercute al tiempo de consumo.

La trufa negra tiene una temporada de maduración concreta

Si te preguntas qué queremos decir con estas palabras, debes prestar atención a la época de recolección de la trufa negra. Esta tiene lugar desde el mes de noviembre hasta finales del mes de marzo o comienzos del mes de abril. Las trufas negras frescas se deben consumir en un periodo de entre cinco y diez días tras su recolección, siempre y cuando se conserven bien refrigeradas. 

Esto quiere decir que, desde finales del mes de abril hasta octubre del año siguiente no encontrarás trufa negra, por lo que es necesario aprender a conservar este hongo para que no pierda sus excelentes propiedades y, por supuesto, para que no se eche a perder. Y en ello nos vamos a centrar en este artículo, además de aconsejarte que adquieras directamente trufa negra en conserva en Trufalia.es. ¡Sigue leyendo para tomar nota y saber cómo debes hacerlo!

¿Cómo conservar la trufa negra fresca para que no pierda sus propiedades?

Como hemos mencionado más arriba, la trufa negra fresca, desde que se saca de la tierra, debe conservarse correctamente en un recipiente esterilizado y hermético con una base de arroz crudo para que absorba el exceso de humedad e introducirlo en el frigorífico. De esta manera, es posible conservarla entre cinco y diez días en la nevera sin que pierda sus propiedades. 

Es decir, que la trufa negra no debe mantenerse nunca a temperatura ambiente, sino refrigerada a una temperatura equivalente o inferior a 4ºC. Además, es necesario abrir el recipiente hermético un par de veces al día para conseguir que la trufa respire y evitar que se acumule la humedad en el interior, lo cual podría favorecer el proceso de degradación. 

Métodos alternativos para conservar la trufa negra

Si bien conservar la trufa negra fresca en la nevera es la opción más frecuente, debes saber que existen otros métodos que permiten alargar su fecha de consumo para poder disfrutar de su aroma y sabor durante más tiempo. Uno de estos métodos es la congelación, que es bastante efectiva si quieres conservar la trufa durante varios meses. 

Para ello, te aconsejamos envolver cada trufa individualmente en film transparente o en bolsas de congelación, asegurándote de eliminar todo el aire para evitar la formación de escarcha. Este método ayuda a preservar el sabor y aroma entre seis meses y un año Pasado el primer año de conservación, te recomendamos que no la consumas. Asimismo, es muy importante recordar que, al descongelar la trufa, el proceso se debe hacer poco a poco en el frigorífico y no directamente ponerlas a temperatura, ya que, de este modo, puede perder sus propiedades fácilmente.

Otra opción para conservar la trufa es creando aceite o mantequilla trufada. Este método permite capturar sus aromas en una grasa que luego se puede utilizar para condimentar distintos tipos de platos. Simplemente, debes rallar la trufa y mezclarla con aceite de oliva o con mantequilla derretida, guardándola en un recipiente hermético en la nevera. 

La grasa de ambos tipos de alimentos actúa como conservante, por lo que permite disfrutar del sabor de la trufa durante más tiempo, aunque, en este caso, su sabor suele ser bastante más suave que cuando añadimos trufa fresca rallada o laminada a nuestros platos. 

Conservación al vacío

La conservación al vacío es otro método ampliamente recomendado para alargar la vida útil de la trufa negra. Utilizar este método permite reducir la oxidación, manteniendo el hongo en perfectas condiciones durante varias semanas. Para ello, te aconsejamos colocar las trufas dentro de una bolsa de vacío junto a un papel absorbente o arroz para controlar el exceso de humedad y asegúrate de sellarlas completamente utilizando una máquina envasadora al vacío. Este método es ideal si lo que quieres es conservar la trufa negra durante un tiempo intermedio, sin necesidad de congelarla y manteniendo mejor su textura y frescura.

Conservación en sal

Finalmente, puedes optar por conservar las trufas en sal, un método menos común pero igualmente eficaz.  Para ello, es recomendable colocar las trufas en un recipiente de vidrio y cubrirlas con sal gruesa, la cual ayuda a absorber la humedad. No sólo conseguirás conservar la trufa durante más tiempo, sino que también la sal quedará impregnada del aroma de la trufa, por lo que puedes usarla después para darle un toque especial a tus recetas de cocina. Este método es muy útil, especialmente si quieres aprovechar al máximo el sabor y el aroma de las trufas. En definitiva, podemos decir que conservar la trufa negra correctamente es esencial para disfrutar de su sabor y aroma durante su temporada y, si es posible, incluso fuera de ella. Existen diversas técnicas para conservar este exquisito hongo sin que pierda sus propiedades, como el almacenamiento en frío, la congelación, el aceite o mantequilla, la conservación al vacío y en sal. Todas estas opciones ofrecen alternativas excelentes para alargar la vida útil de la trufa negra sin comprometer su calidad, permitiéndote, así, disfrutar de su singular sabor y de su aroma en distintos platos a lo largo del año.